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¿Por qué comemos Locro en las fechas patrias?

El sabor argentino que se convirtió en una tradición.

¿Por qué comemos Locro en las fechas patrias?

Un plato con historia: el origen del locro

El locro es una de las comidas más representativas de la cocina tradicional argentina, especialmente en fechas patrias como el 25 de Mayo o el 9 de Julio. Su origen no es exclusivamente argentino, sino que proviene de los pueblos originarios andinos que habitaban lo que hoy conocemos como el noroeste argentino, Bolivia, Perú y parte de Ecuador.

La palabra “locro” proviene del quechua ruqru o luqru, y hacía referencia a un guiso espeso preparado con maíz, papas, zapallo y otros vegetales.

Con la llegada de los colonizadores españoles, la receta se fusionó con ingredientes europeos como la carne de vaca o de cerdo y los embutidos, creando una versión criolla del locro que fue evolucionando hasta convertirse en el plato emblemático que conocemos hoy.

Un símbolo de identidad nacional:

Más allá de su delicioso sabor, el locro tiene un fuerte valor simbólico. En la actualidad, se lo consume especialmente durante las fechas patrias, pero esto no siempre fue así. A lo largo del siglo XIX y XX, la Argentina fue forjando una identidad nacional a través de diversos elementos culturales: la bandera, el himno, la escarapela... y también los alimentos. En ese proceso, el locro se convirtió en una forma de reivindicar lo autóctono, lo popular y lo ancestral.

Durante las celebraciones patrias, en especial el 25 de Mayo —que conmemora la Revolución de 1810—, se comenzó a asociar el locro con las raíces del país y con la unión de sus habitantes en torno a una comida común. Compartir un plato de locro se volvió un gesto casi ritual: una forma de homenajear la historia, recordar a los próceres y reunir a la comunidad.

El sabor argentino que se convirtió en una tradición.

Ingredientes que cuentan una historia:

El locro es mucho más que un guiso: es una síntesis de culturas. Su receta tradicional incluye maíz blanco partido (ingrediente esencial de las culturas indígenas), zapallo (cultivo originario de América) y carnes como el chorizo colorado, panceta, carne de vaca o mondongo, incorporadas tras la colonización. Algunos le agregan porotos, otros huesitos salados; cada familia tiene su versión, transmitida de generación en generación.

A esto se suma la "salsa picante" o "grasita colorada", elaborada con pimentón, ají y grasa de cerdo, que se sirve sobre el locro justo antes de llevarlo a la mesa. Este detalle final es casi tan esperado como el plato principal.

El locro como rito social y político:

Durante los actos patrios organizados por municipios, escuelas o instituciones, el locro suele ser parte central del festejo. Se cocina en grandes ollas, al aire libre, y se reparte entre los asistentes como símbolo de unión y fraternidad. En muchas regiones, incluso se utiliza como herramienta de solidaridad: se hacen locros comunitarios para recaudar fondos, ayudar a vecinos o simplemente mantener viva la tradición.

También ha sido usado por diferentes gobiernos como símbolo político: ofrecer locro en fechas patrias es una forma de mostrar cercanía con el pueblo, de resaltar los valores populares y de conectar con lo nacional y lo histórico.

El sabor argentino que se convirtió en una tradición.

Locro y patria: una relación que perdura:

Comer locro en fechas patrias no es solo una costumbre gastronómica, sino una forma de reafirmar la identidad argentina. Es recordar el legado de los pueblos originarios, la mezcla de culturas que dio forma a la nación, y celebrar la historia a través del paladar.En un país tan diverso como Argentina, el locro es uno de los pocos platos que logra trascender diferencias regionales y sociales. Desde el norte hasta la Patagonia, en grandes ciudades o pequeños pueblos, el 25 de Mayo y el 9 de Julio tienen un aroma inconfundible: el del locro humeante que reúne a las familias, vecinos y amigos en torno a una mesa.

Tradición que alimenta el alma:

Más que una comida, el locro es un símbolo. En cada cucharada se saborea historia, memoria y comunidad. Por eso, cuando las fechas patrias se acercan, no es solo el calendario el que marca la celebración: es el fuego encendido, la olla grande en el patio y el sabor compartido del locro lo que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos.