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Violencia extrema en adolescentes.

En la actualidad cada vez son más frecuentes los actos de violencia y bullying en niños de 13 y 14 años.

Violencia extrema en adolescentes.
Imagen ilustrativa.

Según los expertos, existen diversas patologías y factores que influyen en las actitudes y acciones de los adolescentes.

Qué puede llevar a un niño de 13 o 14 años a intentar matar a un compañero?

La noticia del ataque se hizo pública el jueves, pero el hecho ocurrió el 31 de octubre en la salida 6 del Liceo Juan Domingo Perón, en Berazategui, provincia de Buenos Aires.

Un niño de 13 años sufrió un corte en el cuello y quedó atrapado en un contenedor a pocos metros del colegio.

Los perpetradores fueron otros tres adolescentes que los atacaron a causa de un conflicto dentro del colegio, según las investigaciones.

El menor fue trasladado al hospital, pero se encuentra fuera de peligro.

El ataque.

La víctima fue abordada por dos compañeros varones, de 13 y 14 años, quienes estaban involucrados en una pelea en el colegio.

Luego, uno de los atacantes tomó un cuchillo y lo cortó cerca del cuello. Después de herirlo, los tres lo encerraron en un contenedor. Poco después, la voz del joven pidiendo ayuda llegó a oídos de sus vecinos, quienes inmediatamente llamaron a la policía.

Los tres perpetradores fueron identificados, devueltos a sus padres y ahora se encuentran bajo custodia protectora en su domicilio, por orden del Juez Ramos, por ser menores de edad y no poder ser procesados.

Audios del terror.

Hace unas horas, se están difundiendo rápidamente los audios donde la voz de uno de los perpetradores lamenta que la víctima todavía esté viva. Las notas de voz duran 40 segundos y son escalofriantes.

La pregunta es ¿Cómo llegan los niños a ese nivel de violencia?

Sonia Almada, Licenciada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, Maestría Internacional en Derechos Humanos de la Mujer y el Niño, Género y Violencia Doméstica (UNESCO) dijo que: "las razones por las que los niños cometen actos de violencia, como el asesinato o la agresión, son con un simple objetivo, matar a otra persona. Además, los juicios son siempre complejos y pueden variar de un caso a otro, en cuanto a la imputabilidad. Los factores que contribuyen a esta agresión extrema incluyen: violencia doméstica y social, abuso físico o emocional, negligencia, falta de supervisión o apoyo de los padres, y está relacionado con algunos aspectos psicológicos de "trastornos psicológicos, trastornos de control de impulsos, discapacidades, trastornos psicóticos y desarrollo neuropsicológico".

Por su parte la Psicología Lorena Ruda expresó que: “no es violencia física, sino el tema de la violencia oral y psicológica de los padres u otras familias. Vivir en un ambiente agresivo o violento crea una personalidad muy desconfiada en los niños y redirigen parte de la agresividad adquirida pasivamente a otras áreas donde no corren riesgo. Esta persona con un estilo de crianza agresivo y violento que incluye abuso luego se volverá agresivo hacia otros en otras relaciones, tal vez incluso hacia sus propios padres".

Explicó, además que: “hay muchos casos de acoso y burlas entre niños, ataques de un compañero a otro dentro de un grupo, etc., esto puede suceder en cualquier momento. La persona agredida en la mayoría de los casos reacciona o actúa de la misma manera, y no puede controlar sus impulsos".

Además de los trastornos mentales, la Psicóloga Almada destacó que: “es importante considerar otros factores de riesgo, como antecedentes de violencia doméstica, exposición a violencia en el entorno, abuso o negligencia infantil y falta de habilidades para la resolución pacífica de conflictos”.

“La naturalización de la violencia en las redes sociales, donde cualquier persona, incluidos los niños, puede acceder a los horrores con un solo toque en la pantalla y es una violación del cuidado y la protección de los niños”.

Según los expertos, los juegos online, la televisión y aplicaciones como TikTok pueden convertirse en una fuente constante de consumo de situaciones y acontecimientos altamente ofensivos, convirtiéndolos en una forma de ver y vivir un mundo cada vez más violento e inestable. "La naturalización de la violencia entre pares ha ido creciendo durante décadas, pero no ha recibido la atención que merece", aseveran.

“Hay situaciones en todo el mundo en las que la influencia de amigos, pandillas, matones, presión de grupo, acoso, exclusión social o exposición a la violencia mediática pueden desempeñar un papel definitivo en la conducta de los adolescentes. Es importante investigar los signos de comportamiento agresivo caso por caso. Muchos niños pueden tener trastornos de salud mental no tratados que conducen a comportamientos violentos, incluidos comportamientos antisociales, depresión y ansiedad. Las experiencias traumáticas del pasado, como la victimización o el abuso, pueden contribuir a la violencia si no se tratan”, expresa Almada.

"Algunos niños tienen dificultades para controlar sus impulsos y pueden adoptar conductas inconscientes y sin filtro. Así que es una reacción de acción-reacción que puede llevar a situaciones violentas o agresivas, e incluso puedes herirte con objetos punzantes", asevera Ruda.

"Es importante distinguir que no todo comportamiento agresivo es causado por un ambiente agresivo, que hay condiciones que involucran algo más. Es nuestro trabajo como adultos aprender a controlarlo y dejarlo ir sin dañarlo", agrega.
Almada también señala que: “otro tema importante en el debate social argentino es el acceso a las armas. Tener armas u otros instrumentos mortales en el hogar o la comunidad puede aumentar el riesgo de que un niño cometa un delito".

“Cada situación es única y puede requerir una evaluación individual para comprender completamente las circunstancias que conducen al comportamiento violento. Es importante abordar programas de prevención, intervención temprana, desnaturalización de la violencia y apoyo a niños y niñas en riesgo", agrega la especialista.

Señales de advertencia.

“Investigaciones recientes han examinado varias áreas relacionadas con la violencia escolar. Esto reveló información importante sobre los factores de riesgo que contribuyen al comportamiento agresivo en los niños, incluida la exposición a la violencia doméstica, la falta de habilidades sociales adecuadas, los problemas familiares, la intimidación y el acoso. También revelan las consecuencias a largo plazo de la violencia escolar tanto para las víctimas como para los perpetradores”, explica Almada.

Por ello, los psicólogos recomiendan estar atentos a algunas señales que se pueden observar cuando un niño presenta un comportamiento que le provoca ansiedad y puede indicar una tendencia hacia un comportamiento violento o extremadamente agresivo.

  • Violencia física frecuente: el niño tiende a ejercer violencia física continuamente, como pelear o atacar físicamente a otros niños o animales.
  • Pasión por la violencia: interés excesivo u obsesión por la violencia a través de juegos, películas o videojuegos.
  • Crueldad hacia los demás: mostrar un comportamiento cruel o amenazante hacia los demás y disfrutar del dolor o malestar de los demás.
  • Problemas graves de conducta: problemas de conducta graves y persistentes, como oposición persistente a la autoridad, desobediencia a reglas y normas sociales y mentira o robo compulsivo.
  • Aislamiento social: dificultad para formar y mantener relaciones con compañeros y exhibir patrones de aislamiento o rechazo social.
  • Indiferencia ante el sufrimiento ajeno: indica falta de compasión por el sufrimiento ajeno o falta de remordimiento o culpa por sus actos.
  • Interés por las armas o el peligro: interés excesivo por las armas, el fuego u otros objetos o actividades peligrosas.

Juegos virtuales violentos.

Los estudios de neuroimagen han demostrado que la exposición a juegos violentos puede cambiar temporalmente el cerebro de los adolescentes incluso de los niños.
Los resultados publicados en 2011 mostraron que los escáneres cerebrales de un pequeño grupo de voluntarios mostraron menos actividad en áreas asociadas con las emociones, la atención y el control de los impulsos después de jugar videojuegos en exceso durante una semana. Aunque los efectos parecen reversibles, los resultados sugieren que las sesiones de juego prolongadas pueden provocar cambios duraderos en el cerebro.

Investigaciones anteriores han descubierto que los juegos violentos pueden suprimir la empatía a largo plazo. Algunos estudios incluso encontraron que los estudiantes que jugaban juegos violentos, ayudaban a los profesores a levantar un bolígrafo del suelo, esto quiere decir que la incidencia en el comportamiento varía de acuerdo a la personalidad de cada estudiante.

Algunos investigadores, incluido Christopher Ferguson, Presidente del Departamento de Psicología de la Universidad Stetson, señala que: “no hay evidencia clara de que la exposición a videojuegos violentos conduzca a un comportamiento agresivo. La creciente popularidad de los videojuegos no ha llevado a un aumento de los delitos violentos entre los adolescentes”.

Los estudios que vinculan los videojuegos violentos y el comportamiento violento a menudo ignoran otros factores que contribuyen al acoso, como la violencia doméstica, el abuso y las enfermedades mentales.

Anderson reconoce que su investigación no es perfecta y no es la última palabra sobre un tema controvertido.

Los examinadores utilizaron pruebas científicamente validadas, pero éstas exigieron que los niños informaran sobre su propio comportamiento y actitudes, que como medidas objetivas no siempre son confiables o consistentes.

El punto de este debate en curso es que no todos los jugadores de videojuegos violentos están destinados a cometer crímenes violentos. Estudios como este, señalan el punto de inflexión entre los juegos y la violencia en la vida real y la necesidad de comprender mejor cómo las influencias virtuales regulan el comportamiento en el mundo real.

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Fuente: El Comercio, TVP, Milenio, Infobae.