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Un mundo cada vez más salado.

La sal terrestre representa un nuevo factor en el calentamiento global.

Un mundo cada vez más salado.

La salinización del agua dulce provoca fuertes impactos sobre la sostenibilidad ambiental de los ecosistemas.

Un estudio asegura que la actividad humana provoca una aceleración en el síndrome de salinización del agua dulce.

Las actividades humanas hacen que la Tierra se vuelva cada vez más inhabitable, pero este principio a menudo se basa en ideas sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, el aumento del nivel del mar o la acidificación de los océanos.

Un estudio reciente publicado en la revista Nature Reviews Earth & Environment https://www.nature.com/articles/s43017-023-00485-y ha identificado muchas actividades industriales, desde la construcción y la agricultura hasta el tratamiento del agua y las carreteras, que están haciendo que la Tierra sea demasiado salada.

El aumento de la producción y el uso de sal altera el equilibrio natural de los iones de sal en el sistema terrestre, provocando efectos interdependientes en los sistemas biofísicos conocidos como síndrome de salinización del agua dulce. Es necesario determinar y reducir los umbrales ambientales y de iones de sal antes de que estos procesos excedan los límites planetarios y causen daños graves o irreversibles a todos los sistemas de la Tierra.

En el artículo, los expertos llegaron a estas conclusiones después de revisar sistemáticamente las investigaciones existentes sobre el ciclo natural de la sal en la Tierra y cómo se acelera con las actividades humanas.

Advierten de una "amenaza existencial" que podría conducir a un problema conocido como síndrome de salinización del agua dulce, o una situación en la que aguas tradicionalmente libres de sal se inundan repentinamente de sustancias. Esto hace que el agua sea inhabitable para las criaturas que alguna vez la llamaron hogar y también la hace no apta para el consumo humano.

Si pensamos en la Tierra como un organismo vivo, si se acumula demasiada sal, puede afectar el funcionamiento de órganos vitales o ecosistemas. La desalinización del agua consume mucha energía y es costosa, y la salmuera resultante es más salada que el agua de mar y no se puede eliminar fácilmente.

En la mesa y en mucho más…

Este fenómeno es similar al ciclo de la sal artificial, que puede sobrecargar y reemplazar la original natural mucho más lentamente. Desde allí, los iones de sal se liberan gradualmente a la superficie de la Tierra mediante procesos geológicos e hidrológicos. Esto contrasta marcadamente con el hecho de que los humanos constantemente empujan a la superficie sales como calcio, potasio, magnesio e iones de sulfato a través de actividades como la minería y el desarrollo de la tierra.

Cuando la mayoría de la gente piensa en sal, suele pensar en sal de mesa o cloruro de sodio. Sin embargo, las investigaciones durante muchos años han demostrado que puede transformar otros tipos de sales, incluidas las relacionadas con la piedra caliza, el yeso y el sulfato de calcio.

Según el nuevo estudio, estos iones de sal se liberan en cantidades tan grandes que la salinización inducida por el hombre ha afectado a más de mil millones de hectáreas de suelo en todo el mundo. Y sólo se tiene en cuenta la tierra misma; los iones de sal en ríos y arroyos también han aumentado en las últimas dos décadas, en consonancia con los patrones globales de producción y consumo de sal.

Hace veinte años sólo había estudios de casos; el agua superficial en Nueva York o Baltimore era salada, ahora se demuestra que se trata de una circulación desde las profundidades de la Tierra hacia la atmósfera que ha sido muy perturbada por la actividad humana.

Cuando se referiere a "límites planetarios", se utiliza un concepto que aparece en otra literatura académica. Existen varios límites físicos a la capacidad de la Tierra para sustentar vida, y los científicos han advertido repetidamente que estos límites corren el riesgo de ser superados.

Un estudio publicado el pasado mes de septiembre en la revista Science Advances descubrió que los humanos han colocado la Tierra en una zona de peligro con seis de sus límites.

Estos incluyen los sistemas terrestres, los cambios en el agua dulce, el cambio climático, la integridad de la biosfera, los flujos biológicos y geoquímicos y nuevas sustancias como plásticos, pesticidas y productos químicos industriales.

Síndrome de salinización del agua dulce.

La salinidad del agua es la concentración de sales disueltas. No solamente la sal común contribuye a la salinidad del agua, también todos aquellos compuestos que puedan disolverse en iones en el medio acuático (por ejemplo, bicarbonato de sodio, nitrato de potasio, cloruro de magnesio).

El cambio en la salinidad de los sistemas acuáticos a causa de la acción humana se denomina salinización o síndrome de la salinización de las aguas dulces y puede tener consecuencias dramáticas para los ecosistemas acuáticos.

Ecosistemas acuáticos en peligro.

Cualquier cambio, aumento o disminución que modifique la concentración natural de sales de un ecosistema puede impactar en sus diferentes niveles de organización.

Las especies que viven en hábitats de agua dulce (ríos, lagos, humedales) necesitan mantener un balance osmótico entre las concentraciones de sales en su medio interno (la sangre, las células) y el medio en el que viven (el agua), un cambio en la concentración de sales puede afectar gravemente a su desarrollo y su reproducción.

La pérdida de especies puede generar reacciones en cascada en las comunidades (conjunto de especies que habitan un mismo hábitat). Un ejemplo sería la pérdida de especies que filtran algas microscópicas como los crustáceos del género Daphnia (pulga de agua). Su desaparición favorece el aumento del fitoplancton, que causa mayor turbidez y disminuye el oxígeno disuelto en el agua.

A nivel de ecosistema, los iones que forman las sales interaccionan con otros elementos químicos alterando los ciclos del fósforo, nitrógeno y carbono, lo que puede llevar a la eutrofización de las aguas y a mayores emisiones de dióxido de carbono.

Estas consecuencias afectan a la calidad de las aguas de uso y consumo humano, provocando efectos en su uso agrícola o su potabilidad. Por ejemplo, la salinización de las aguas causó una crisis sanitaria en Flint (Michigan) debida a la movilización de plomo en la red de abastecimiento.

En Bangladesh, la salinización de los pozos por la intrusión de agua marina ha provocado un éxodo humano hacia el interior de la región.

Conociendo el fenómeno.

Recientemente se ha propuesto una agenda de investigación para intentar esclarecer cuestiones aún poco claras sobre la salinización.

El conocimiento actual sobre este fenómeno a escala mundial es bastante desigual geográficamente. Por ejemplo, solo en Norteamérica se ha documentado el impacto de la sal en las carreteras, y en África o Sudamérica la salinización prácticamente no ha sido estudiada.

Los trabajos actuales ignoran en gran parte los hábitats de menor tamaño, como los estanques o charcas, que son clave para la biodiversidad regional.

Falta información sobre los efectos de los distintos tipos de sales en el medio acuático, así como sobre su impacto medioambiental a escala paisajística (por ejemplo, a nivel de cuenca hidrográfica).

A nivel biogeoquímico, los cambios en las emisiones de gases de efecto invernadero o concentraciones de nutrientes al aumentar la salinidad aún no se han estudiado en profundidad.

Poco se sabe sobre el impacto de la salinización en los niveles bajos y altos de la red trófica, por ejemplo, en los microorganismos, que tienen un rol clave en el ciclo de los nutrientes.

Finalmente, los impactos a nivel genético –adaptación de algunas especies– y sus consecuencias a nivel evolutivo siguen siendo un campo poco conocido.

Gestión, difícil pero no imposible.

La gestión de la salinización es complicada a nivel técnico, pero también a nivel político y social. Un ejemplo podría ser el río Llobregat y la actividad minera de Súria y Cardona (Cataluña).

La empresa minera negó durante un tiempo su responsabilidad basándose en el hecho de que las sales son un elemento natural de todos los cuerpos de agua y, al mismo tiempo, las respuestas de carácter técnico se han mostrado insuficientes.

Actualmente no hay una legislación específica que regule los límites de sales que se pueden encontrar en sistemas naturales.

Tendencia actual.

En las regiones del planeta donde habrá menores precipitaciones se espera un incremento de la salinización; un menor volumen de agua implica una mayor concentración de sales en esta. Una disminución de los caudales y niveles de agua desembocará irremediablemente en su salinización.

Modelar la salinidad de los ecosistemas acuáticos en base a escenarios futuros de cambio climático es por tanto una prioridad para poder anticipar sus efectos y adaptarnos a vivir en un mundo más salado. Los pocos estudios que se han hecho al respecto apuntan que la concentración de sales puede duplicarse en algunas regiones hacia finales de este siglo.

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Fuente:

The Conversation, Infobae, Multicosmos Audiovisual, History Latinoamérica, Material World.