Nosferatu: el vampiro que fundó el terror en el cine
En 1922, el director alemán Friedrich Wilhelm Murnau dio vida a uno de los monstruos más inquietantes de la historia del cine: el conde Orlok

En 1922, mucho antes de que los vampiros brillaran al sol o se convirtieran en iconos románticos, el director alemán Friedrich Wilhelm Murnau dio vida a uno de los monstruos más inquietantes de la historia del cine: el conde Orlok, protagonista de Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (Nosferatu, una sinfonía del horror).
Esta obra muda no solo marcó un antes y un después en el género del terror, sino que también inauguró la presencia del vampiro como figura central en la pantalla grande.
Un monstruo que nació de las sombras
Murnau y la productora Prana Film buscaban adaptar la célebre novela Drácula de Bram Stoker. Sin embargo, al no conseguir los derechos, decidieron modificar nombres y lugares: Drácula se convirtió en Orlok, Jonathan Harker en Hutter, Mina en Ellen, y Transilvania en los montes Cárpatos genéricos.
A pesar de estos cambios, la viuda de Stoker reconoció la historia y demandó a la productora, que acabó en bancarrota. Un tribunal ordenó destruir todas las copias del filme, pero algunas sobrevivieron gracias a coleccionistas privados y proyecciones clandestinas.
Así, Nosferatu escapó de su propia “muerte”, convirtiéndose en una película maldita y en pieza fundamental del expresionismo alemán.

El expresionismo alemán y su sello oscuro
El expresionismo cinematográfico, corriente artística de la Alemania de posguerra, buscaba reflejar estados emocionales intensos y pesadillescos a través de imágenes distorsionadas, decorados irregulares y contrastes extremos de luz y sombra. Películas como El gabinete del doctor Caligari (1920) ya habían marcado esta estética, pero Nosferatu la llevó a otro nivel, jugando con escenarios reales (castillos, paisajes montañosos, puertos) y mezclándolos con recursos estilizados propios del teatro.
La fotografía de Fritz Arno Wagner empleó sombras alargadas y movimientos mínimos para intensificar el clima de amenaza. Quién no recuerda la silueta de Orlok subiendo las escaleras, proyectada contra la pared como un espectro imposible de contener. Esa imagen se volvió un ícono del terror y un ejemplo perfecto de cómo el cine mudo podía generar miedo sin necesidad de palabras ni sangre explícita.

Max Schreck: ¿actor o vampiro real?
El actor que interpretó al conde Orlok fue Max Schreck, un artista teatral poco conocido. Su aspecto cadavérico, con orejas puntiagudas, dedos larguísimos y mirada vacía, dio pie a leyendas urbanas. Algunos afirmaban que no actuaba, sino que era un vampiro real.
Décadas más tarde, esta idea inspiró la película La sombra del vampiro (2000), donde se plantea que Murnau habría contratado a un vampiro verdadero para asegurar la autenticidad del rodaje. Aunque, por supuesto, todo se trata de un mito, la interpretación de Schreck sigue resultando tan perturbadora como fascinante.

Una historia de peste, obsesión y sacrificio
El argumento sigue a Thomas Hutter, un joven agente inmobiliario que viaja a los Cárpatos para vender una propiedad a un misterioso conde. Pronto descubre que Orlok no es humano y que planea mudarse a la ciudad para propagar el terror.
A diferencia de Drácula, Orlok no seduce ni enamora: es pura plaga y muerte. Su llegada a la ciudad coincide con una epidemia que recuerda las pandemias medievales, y su figura se asocia con ratas, ataúdes y descomposición.
La verdadera heroína es Ellen, la esposa de Hutter, quien descubre que el vampiro solo puede ser derrotado si una mujer inocente lo distrae hasta el amanecer, sacrificando su vida. Este acto de amor y coraje salva a la ciudad, pero deja un final trágico que refuerza el tono sombrío del filme.

Influencia eterna
Pese a los intentos de destruirla, Nosferatu se convirtió en un clásico indiscutible. Fue pionera en muchos aspectos:
- Introdujo la idea del vampiro como una plaga contagiosa, más allá de la figura aristocrática y seductora.
- Utilizó recursos visuales que marcaron el camino del terror gótico: sombras expresivas, escenarios naturales cargados de atmósfera y la asociación del vampiro con enfermedades.
- Sirvió de inspiración para infinidad de adaptaciones posteriores, desde Drácula (1931) con Bela Lugosi hasta Salem’s Lot (1979), donde el vampiro de Stephen King recupera el aspecto monstruoso de Orlok.
- Incluso directores contemporáneos como Werner Herzog rindieron homenaje directo al film, realizando en 1979 Nosferatu, fantasma de la noche, una reinterpretación poética y melancólica con Klaus Kinski como protagonista.
El vampiro en la cultura popular
Más allá de su valor histórico, Nosferatu sigue fascinando porque conecta con miedos universales: la enfermedad, la muerte que llega en silencio, lo desconocido que habita la noche. En una época marcada por la Primera Guerra Mundial y la pandemia de gripe española, este monstruo encarnaba las ansiedades colectivas de toda una generación.
Hoy, un siglo después, conserva la capacidad de inquietar al espectador moderno, acostumbrado a efectos especiales y colores brillantes, pero aún vulnerable ante la fuerza hipnótica de una imagen en blanco y negro.

Una sinfonía que nunca calla
El título completo, Nosferatu: una sinfonía del horror, no es casual. La película fue concebida para proyectarse con música en vivo, reforzando el carácter hipnótico de sus imágenes. Las versiones actuales suelen acompañarse de partituras nuevas o reconstrucciones de la original, lo que le da a cada proyección un aire único. Verla en una sala de cine con música en directo es una experiencia que roza lo ceremonial: un viaje al pasado donde el silencio y la penumbra convierten cada escena en un conjuro visual.
Estética expresionista y horror ancestral
Nosferatu instauró elementos visuales que definiendo el horror gótico: el uso dramático del claroscuro, la convergencia de escenarios reales con decorados distorsionados y un diseño simbólico que evocaba amenaza y malestar. La sombra alargada de Orlok sobre una pared sigue generando inquietud incluso en espectadores modernos, acostumbrados ya a los efectos especiales digitales.
Reinterpretación contemporánea: Nosferatu (2024) de Robert Eggers
Una mirada gótica renovada
Robert Eggers, conocido por su estilo meticuloso en La bruja y El faro, dirigió la nueva versión de Nosferatu, estrenada el 25 de diciembre de 2024 internacionalmente y poco después en Argentina.
El rodaje se realizó entre febrero y mayo de 2023 en Praga y Transilvania. La película fue estrenada en Berlín el 2 de diciembre de 2024, y logró recaudar 181.3 millones de dólares con un presupuesto de 50 millones, el mayor éxito comercial de Eggers.
Reparto y personajes
Bill Skarsgård interpreta al conde Orlok, caracterizado como un noble transilvano siniestro, armado con movimientos “butoh” y una voz profunda trabajada con preparaciones vocales especializadas.
Lily-Rose Depp es Ellen Hutter, figura central con una presencia inquietante y poderosa. Nicholas Hoult encarna a Thomas Hutter, el esposo en peligro. Completan el reparto Willem Dafoe, Aaron Taylor-Johnson, Emma Corrin y Ralph Ineson.
Terror gótico enriquecido
Eggers conserva la atmósfera expresionista, pero añade capas psicológicas y lovecraftianas de obsesión y lo sobrenatural . La fotografía de Jarin Blaschke y la música de Robin Carolan, ganadora de un premio por mejor banda sonora de terror, elevan la experiencia sensorial.

Estilo y reinvención sin romper con la esencia
Algunos críticos elogian el filme por mantener la fidelidad al original mientras ofrece una experiencia cinematográfica moderna y perturbadora, elevando el género a un plano artístico.
Sin embargo, también existen opiniones críticas: un espectador en Reddit calificó la versión como "una profanación", criticando que romantiza al conde Orlok y sobrecarga visualmente al personaje. Otro usuario, en cambio, destacó el trabajo técnico, señalando:
"La cinematografía que evoca la atmósfera sombría (...) diseño de producción recrea un mundo oscuro y opresivo (...) una banda sonora inquietante que eleva la tensión."
Nosferatu sigue viva: desde su creación en 1922 como pionero del horror expresionista hasta su potente reimaginación en 2024 bajo la mirada de Robert Eggers, el mito del vampiro ha demostrado una y otra vez su fuerza inmortal. La nueva versión honra su legado, pero lo expande hacia territorios sicológicos y sensoriales más profundos. Sea que prefieras imágenes sugestivas en blanco y negro o una pesadilla gótica con dialogada intensidad, Nosferatu sigue siendo una sinfonía del horror que trasciende generaciones.

En definitiva, Nosferatu no es solo una película antigua: es el latido inicial del terror cinematográfico, una obra que, como su protagonista, se negó a morir y sigue vagando por la historia del cine, propagando su sombra sobre cada vampiro que ha venido después.
Lejos de la figura romántica y glamorosa que se impondría en décadas posteriores, Orlok representa la versión más pura y aterradora del mito: la del monstruo que no busca amor, sino alimentarse, corromper y destruir. Y tal vez por eso, más de cien años después, todavía nos sigue mirando desde la oscuridad con esos ojos vacíos e inmortales.