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“No es habitual emprender en salud mental”

Contra todos los mandatos, emprendió al recibirse de psicóloga. Hoy lidera una organización de salud mental que forma a acompañantes terapéuticos, cuyo rol social tenés que conocer.

“No es habitual emprender en salud mental”

“Me motiva mucho que de proyectos pequeños se pueden lograr grandes cosas”, dice Florencia Casabella. Ella es psicóloga, madre y emprendedora. Acompaña desde su rol como terapeuta a sus pacientes y también a las personas con quienes trabaja. Disfruta de brindar su conocimiento y su generosidad está a la vista en sus redes sociales.

En el "Día del Psicólogo" conversamos sobre sus primeros pasos emprendiendo en salud mental, el rol social del acompañante terapeútico y sobre qué nos falta como individuos para construir sociedades más inclusivas.

¿Cómo surgió la idea de emprender en un momento en el que no tenía tanto furor?

Lo más común es que los psicólogos iniciemos un camino en la práctica clínica o institucional, pero no estamos preparados para emprender porque no nos forman para eso.

Recuerdo que un docente nos dijo que para empezar a trabajar, mínimo nos íbamos a tener que formar al menos cinco años más después de recibidos. Lo vi tan lejano en ese momento… yo quería trabajar. Tenía 22 años, estaba en la mitad de la carrera y me propuse armar algo que me permitiera vivir de lo que me gusta. Por aquella época hacía mis prácticas de acompañamiento terapéutico en el Hospital Borda y ahí conocí a Jenny, con quien nos asociamos en el camino de emprender lo que hoy -once años después- es Désir Salud, una organización dedicada a la atención y capacitación en salud mental y discapacidad, que nació con la semilla del acompañamiento terapeútico.

¿Sos una psicóloga emprendedora, podríamos decir que rompiste el molde?

Creo que lo rompí en el sentido de que no es habitual emprender en psicología y salud mental, básicamente porque nos forman con una mirada muy limitada respecto de la capacidad de gestión, dirección y liderazgo. Pero hay algo de la gestión de las organizaciones que a mí me convocó desde el primer momento. Me encanta emprender de cero y hacer algo grande.

El primer curso que dimos con Jenny de acompañamiento terapéutico tuvo una sola alumna y nosotras lo dimos igual. Nunca me inhibió que las cosas no salgan como esperaba, al contrario, cada vez que algo así pasa me propongo un desafío nuevo.

Con el tiempo acepté que necesitaba seguir formándome para adquirir competencias y habilidades necesarias para la gestión de la organización, fundamentalmente porque Désir Salud comenzó a crecer mucho y mi formación me quedó chica. Ahí decidí formarme en gestión y dirección con el recorrido y la experiencia de algunos años llevando adelante el rol.

¿Qué es el acompañamiento terapéutico y qué rol social cumple?

El acompañante terapéutico es un trabajador de la salud mental que se asocia a la vida cotidiana de las personas con problemáticas vinculadas a la salud mental o discapacidad. Trabaja con niños, adolescentes, adultos y ancianos. Si hay algo que los caracteriza es que acompañan en el espacio donde vive la persona o en el cual desarrolla sus actividades.

El rol social que cumple hoy el acompañante terapéutico, a la luz de un cambio de paradigma que contempla más el respeto por la libertad individual y la desmanicomialización, es el de garantizar que las personas reciban el tratamiento que necesitan aún en situaciones críticas o de emergencia, en su casa o en el hogar donde residen.

El acompañante garantiza la resocialización, la inserción laboral y social de quienes requieren atención en salud mental. Por otro lado, garantiza la preservación de los vínculos en tanto, previene el aislamiento. Al acompañarlos y estar presente en su vida cotidiana, evita la internación y que sean sacados de sus ámbitos.

¿Cómo se integra el acompañante terapéutico a las familias?

Cuando un acompañante terapéutico va a atender a una persona, identifica cuál es su familia. Hay pacientes que tienen una red sólida que acompaña y sostiene; en esos casos se integra a la familia como un soporte para todos. Pero también hay muchos pacientes que no cuentan con este apoyo y sin embargo, sus redes son sus vecinos o sus compañeros de habitación en una institución, sus compañeros de trabajo o con quienes asisten a un centro de día.

El acompañante terapéutico constituye un apoyo para todas las personas que conforman esa red vincular del paciente. Trabaja como un articulador entre el paciente, su familia, su red y los demás profesionales.

¿Cuál es el perfil del acompañante terapéutico de la organización que liderás?

El acompañante terapéutico de Désir Salud es una persona que ante todo respeta la ética del caso por caso que es uno de nuestros valores compartidos. Cada persona es diferente de otras, siente y piensa distinto, y por lo tanto, sufre distinto. Por ello, el acompañamiento que necesitan también es singular.

Lo que caracteriza a los acompañantes de Désir es que no trabajan con recetas escritas sobre cómo abordar a cada paciente, sino que lo acompaña en su propio camino hacia un deseo propio. Eso es lo que llamamos restitución subjetiva, donde cada persona es tratada como un sujeto con sus propios deseos que deben ser respetados.

Cuando escuchás hablar de las políticas de inclusión y diversidad en las organizaciones, ¿qué pensás?

Las políticas de inclusión y de diversidad son fundamentales y ha sido un gran avance empezar a hablar de estos temas en los ámbitos de trabajo. Los líderes tenemos un gran desafío por delante que es básicamente crear las condiciones para las personas en situación de vulnerabilidad -por el motivo que sea- se integren. Esta es la parte más fácil del tema, la otra parte y la más difícil es que dentro de las organizaciones todas las personas tengan igualdad de oportunidades en el acceso, la permanencia, la remuneración, en el trato que reciben, entre otras cosas. Como sociedad tenemos mucho por hacer, por eso el cambio debería ser más radical.

¿Somos una sociedad que protege al distinto? ¿Qué nos falta para tener una cultura diversa?

No creo que seamos una sociedad que proteja al distinto pero a la vez pienso que la construcción de una cultura diversa tiene que ver con el reconocimiento y el respeto por el otro. Lo que nos falta está vinculado solamente a las políticas públicas, aunque por supuesto es prioritario, sino más bien con empezar a aceptar que como seres humanos tenemos muy arraigado el egoísmo, el individualismo y que siempre hacemos primar nuestros intereses como individuos por encima de lo que la sociedad necesita. Entonces, deberíamos empezar a aceptar que nos cuesta promover una cultura diversa porque nos resulta difícil aceptar y soportar la diferencia. Para mejorar tenemos que aceptar que lo que nos está faltando es poder hacer a un lado nuestros prejuicios e individualismo para empezar a pensar como sociedad.