Macacha Güemes: la heroína oculta de la Guerra Gaucha
Su historia, durante mucho tiempo silenciada por la historiografía tradicional, ha comenzado a recuperar el lugar que merece como una de las grandes mujeres de la independencia.

Cuando se habla de la gesta de la independencia argentina, el nombre de Martín Miguel de Güemes resuena con fuerza como el líder de la resistencia norteña contra las invasiones realistas. Sin embargo, en las sombras, con la discreción de quien conoce el poder de la estrategia y la palabra, actuaba una mujer clave para el éxito de esa lucha: su hermana, María Magdalena Dámasa Güemes de Tejada, más conocida como Macacha Güemes.
Nacida en Salta el 11 de diciembre de 1787, Macacha fue una figura fundamental en la organización política y social de la resistencia en el norte argentino. Su historia, durante mucho tiempo silenciada por la historiografía tradicional, ha comenzado a recuperar el lugar que merece como una de las grandes mujeres de la independencia.
Una infancia marcada por la política y el compromiso
Macacha creció en el seno de una familia criolla acomodada, en una provincia que sería estratégica para la defensa del territorio argentino durante las guerras de independencia. Desde muy joven se vio influenciada por el entorno político y militar que la rodeaba, y su hermano Martín, seis años menor, compartió con ella una fuerte vocación por la libertad y la justicia. Ambos fueron testigos de las injusticias del régimen colonial y del deseo creciente de emancipación.
Educada y decidida, Macacha se convirtió en una mujer de gran influencia en la sociedad salteña, con la capacidad de tejer redes entre las élites, las milicias gauchas y las fuerzas patriotas. A diferencia de otras mujeres de su época, no se limitó a apoyar desde el hogar: se convirtió en protagonista activa del proceso revolucionario.

La Guerra Gaucha y su rol en las sombras
Durante los años más intensos de la Guerra Gaucha —el sistema de guerrillas liderado por Martín Güemes para frenar el avance realista desde el Alto Perú—, Macacha tuvo un papel clave como estratega, mediadora y organizadora. Su hogar se transformó en un centro de reuniones políticas y conspirativas, en donde se planificaban movimientos militares y se organizaban campañas de apoyo a las tropas.
Uno de los aspectos más notables de su acción fue la inteligencia política: a través de su conocimiento de la élite salteña y su capacidad diplomática, Macacha mantenía informados a los líderes patriotas sobre los movimientos enemigos, obtenía recursos y neutralizaba intentos de traición. Además, fue una figura de conciliación: supo negociar con adversarios y aliados para mantener la cohesión en un frente que muchas veces se vio amenazado por tensiones internas.
Una mujer en la política
En 1815, cuando Martín Güemes fue elegido gobernador de Salta, Macacha asumió un papel todavía más activo. No solo lo acompañó en la gestión política, sino que se convirtió en una especie de “primera dama revolucionaria”, articulando acciones con otras mujeres patriotas y manteniendo firme el espíritu libertario entre el pueblo salteño. Su presencia era habitual en reuniones estratégicas y en la toma de decisiones.
Incluso después del asesinato de su hermano en 1821, Macacha continuó luchando por los ideales que los habían unido. En un momento de gran inestabilidad política, intervino como mediadora para evitar una guerra civil entre facciones locales, demostrando nuevamente su habilidad para la negociación y el diálogo.

La invisibilización histórica y su rescate
Como ocurrió con muchas otras mujeres de la independencia, la figura de Macacha Güemes fue ignorada por las historias oficiales durante décadas. El relato heroico, centrado en los grandes caudillos varones, dejó poco espacio para mujeres que, como ella, desempeñaron roles fundamentales en la política, la estrategia y el sostenimiento moral y logístico de las campañas.
Recién en los últimos años, gracias a los avances en estudios de género e historia social, su figura ha comenzado a reivindicarse. Hoy se reconoce a Macacha como una heroína de la patria, una mujer que rompió con los mandatos de su tiempo y se implicó de lleno en la lucha por la independencia.
Un legado que perdura
El legado de Macacha Güemes va más allá de su apoyo a su hermano o de sus gestiones políticas: representa el espíritu combativo de las mujeres que no se resignaron al silencio ni a la pasividad. Su vida es símbolo de la participación femenina en las guerras de independencia, no como acompañantes sino como protagonistas.
Su nombre ha sido rescatado en calles, escuelas y homenajes oficiales, pero todavía queda mucho por hacer para que su historia sea plenamente conocida. Es necesario que su figura se incluya en los programas escolares, en las investigaciones históricas y en el imaginario colectivo como lo que fue: una líder política, estratega y patriota.
Recordar a Macacha Güemes no es solo un acto de justicia histórica, sino también una forma de honrar a todas las mujeres que lucharon por la libertad desde el anonimato, con coraje y determinación. En un país que forja su identidad en la memoria de sus luchas, visibilizar a Macacha es reconocer que la independencia también fue escrita con letra de mujer.