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Industria argentina pionera.

La clonación es considerada una industria exclusiva en donde Argentina es potencia, ocupando un lugar de privilegio.

Industria argentina pionera.
Imagen ilustrativa.

Nuestro país es líder de un mercado que moviliza millones de dólares, donde ya hay sido clonados casi mil caballos.

Todo comienza cuando Adolfo Cambiaso, considerado el mejor polista de la historia, congela tres células de uno de sus caballos en el lapso de tres años, a quien llamó Aiken Cura. Adolfo estaba en conocimiento que en EE. UU ya se habían hecho los primeros clones de equinos y que podría ser la solución para repetir un caballo, que, en la naturaleza es imposible.

El Cura se fracturó en una final de Palermo y tuvo complicaciones crónicas que llevaron a tomar la difícil decisión de sacrificarlo, luego deciden avanzar en una réplica de él, este suceso marcaría una industria exclusiva en la Argentina, donde es potencia indiscutida.

Comienzos:

En el año 2010, Cambiaso trajo al país un clon de la Cuartetera, su yegua estrella, y la vendió en una subasta por 800 mil dólares.

“Ahí vi un mercado local, en el que no solo había clientes, sino que además contábamos con la tecnología y la materia prima: ADN del animal donante y óvulos que se extraen de yeguas de faena. Argentina es uno de los principales exportadores de carne equina. Estaba todo dado para desarrollar el negocio”, expresa Gabriel Vichera, Licenciado en Biotecnología, especializado en clonación y técnicas reproductivas.

Vichera empezó a investigar sobre este próspero negocio de la clonación; y buscó inversores. Así conoce a los que serían sus dos socios, Martín Barrantes y Daniel Sammartino, y juntos fundaron en 2011 Kheiron Biotech, dedicado exclusivamente a la clonación de caballos de polo, un mercado naciente, que solo poseía un solo laboratorio comercial den Estados Unidos y Canadá.

En 2013, aquella empresa gestó el primer clon de un caballo de polo nacido en nuestro país. Ese mismo año, un clon juega por primera vez en la Triple Corona: el Abierto de Palermo, el de Hurlingham y el de Tortugas, siendo los más importantes torneos del mundo.

Todo estaba en marcha, la era de la clonación era un hecho, la evolución fue impresionante, tal es así que, el año pasado en un partido de Palermo, había 11 clones en la lista de caballos. Dentro de las costumbres al finalizar el torneo, se premia al mejor jugador y se elige el caballo más destacado. En 2017, 2018, 2019 y 2020 el galardón fue para un clon de la Cuartetera.

Argentina pionera:

En la actualidad, Argentina es el país que más clona caballos en el mundo. Funcionan tres laboratorios comerciales de alta complejidad, mientras que solo hay dos empresas equiparables en el resto del mundo. Se calcula que, para fines de este año, ya habrá unos 1.000 clones gestados en nuestro país, a los que deben sumarse 900 hijos que nacieron de réplicas.

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Los costos son elevados, ya que, estamos frente a uno de los deportes que se realiza dentro de un circulo de elevadísimo poder adquisitivo. El precio por clon ronda los 60 mil dólares, hoy se cotiza en los 40 mil.

“La técnica tiene un muy bajo porcentaje de éxito porque generar un clon de un mamífero no es algo natural, es un procedimiento anti natural. Se hace in vitro, es asexual porque no estás mezclando genética de un padre y una madre, sino de un solo individuo. Es ineficiente porque no está preparada la naturaleza para hacer esto en mamíferos”, explica Vichera.

La tasa de eficiencia es de apenas 1% o 2% contando a partir de embriones. En otras palabras; si se generan 100 embriones, nacerán dos clones. Es la característica del negocio por tal motivo se pagan anticipos a riesgo, sin saber cuál será el resultado.

“no recuerdo algún caso en que no hayamos podido clonar. Lo que sucede es que hay caballos más eficientes, por edad avanzada o por cuestiones intrínsecas de su línea celular y requieren de más embriones e intentos”, precisa el Director de Kheiron Biotech.

Argentina lidera la industria de la clonación equina por su polo de excelencia. Especialistas extranjeros deciden instalarse en el país para aprovechar un mercado que se mantiene pujante, a pesar de la crisis económica.

La competencia:

Ernesto Rojas es veterinario, y posee una empresa de reproducción equina en Colombia, Biohorse, que se dedica básicamente a la inseminación artificial y a la trasferencia de embriones.

Luego de unirse al polista argentino Ezequiel Ferrario, fundaron conjuntamente Sinergy Cloning en 2021. Aseguran además que lograron mejorar la eficiencia de la técnica y en la actualidad fabrican 200 clones al año.

Rojas se trasladará a Buenos Aires en un mes, para dar inicio a la temporada reproductiva. Las yeguas se reproducen entre la primavera y el verano, pero los meses preferidos para que nazcan caballos es entre septiembre y diciembre, cuando las temperaturas son altas.

Los embriones se trasfieren en la época más conveniente. En Argentina se han llegado a hacer 10 mil embriones convencionales de polo por año, y a ese número hay que sumarle los embriones por clonación.

“Antes era una técnica que sonaba extraterrestre y hoy en día es algo que se usa habitualmente. Ya un criador dice: “voy a hacer tantos embriones convencionales, tantos de reproducción natural y tantos clones”. Ya se convirtió en una de técnicas de rutia. Y obviamente se eligen clonar a los top, a caballos excepcionales que son muy difíciles de que vuelvan a nacer por reproducción natural”, señala Rojas.

Pero… ¿qué es un clon y cómo se fabrica?

Un clon es considerado un gemelo o réplica diferido en el tiempo, es decir, un ejemplar genéticamente idéntico que nace varios años después.

Para ello el proceso de clonación se parte de dos materias primas indispensables: el ADN del animal que se pretende clonar (información genética que permite duplicarlo) se lo encuentra en las células y en general se obtiene de la médula ósea; y óvulos que se extraen de los ovarios de las yeguas, que pueden estar con o sin vida, ese óvulo bien con un material genético a descartar, porque solo interesa la información del animal a clonar.

“Entonces se le hace una microcirugía. Se pone el óvulo bajo un microscopio de alto aumento y con un sistema de micro manipulación se ingresa al óvulo y se extrae el ADN. Una vez que está el óvulo vacío, ahora sí hay que incorporarle el ADN del animal a clonar”, explica Vichera.

“Suele ser uno de los cuellos de botella. Ahí es donde la eficiencia comienza a caer. Esos óvulos vienen cargados con una información genética esperando a ser fertilizados. Así viene diseñada la naturaleza. Ese óvulo, cuando es fertilizado por un espermatozoide, normalmente forma un embrión, pero en este caso no nos interesa la información genética del óvulo. Es como si tuvieras una computadora con un disco duro que no te interesa, pero el resto de sus elementos sí”, explica por su parte Rojas.

A través de impulsos eléctricos y ya vaciado el óvulo. Se logra que se forme un embrión que crece dentro del laboratorio durante 7 u 8 días. Ya superado este lapso, se decide si se vitrifica el embrión o se lo lleva a un centro donde se transfiere en una yegua, en una madre sustituta, que tendrá a cargo la gestación en un periodo de 11 meses hasta que nazca el potrillo, genéticamente idéntico al animal al que se le hizo la biopsia de médula ósea.

La tasa de éxito sigue siendo baja, pero con el tiempo la eficiencia evolucionó gracias a la técnica de prueba y error.

“La forma en que se cultivan las células ha mejorado, los procesos internos en el laboratorio mejoraron, la forma en que se vigilan los partos, cada uno tiene sus secretos como la Coca-Cola…Al final, todo confluye para que suba la posibilidad de que el clon nazca”, asevera Rojas.

En Argentina no está regulada la clonación de animales. Solo aquellos procedimientos que incluyen una modificación genética deben ser notificados e informados para su posterior aprobación por un organismo estatal, la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA), que tiene como objetivo evitar el sufrimiento animal.

Clonación en humanos:

Luego del nacimiento de Dolly, muchos países se apresuraron a regular la posibilidad de experimentación. En nuestro país el Ex presidente Carlos Saúl Menem prohibió, a través de un decreto, “los experimentos de clonación con seres humanos”.

Los que trabajan en la industria de la clonación, aseguran que, en algún momento de su carrera, fueron consultados respecto a la viabilidad de clonar un ser humano.

“Hay dos motivos por los que una persona querría clonar: uno es el dolor intenso, la pérdida de un ser querido como puede ser un hijo; el otro es narcisismo, querré tener un hijo con sus mismos genes. Y en ambos casos me lo han preguntado”, afirma Rojas.

Más de uno asegura que clandestinamente en algún rincón del mundo, se esté clonando a humanos, o que exista entre nosotros clones.

En cuanto a la posibilidad de clonar humanos, Rojas afirma que, si es posible y que implicaría un delito, siendo muy cuestionable en términos ético morales.

“técnicamente sí sería lograble, pero obviamente al ser ilegal y no estar aceptado no creo que suceda por lo menos en el corto plazo. Conocemos el mundo en el que vivimos y con el tiempo puede haber cambios. Técnicamente si me lo pregunto, yo creo que sí es viable. No creo que haya muchos intentando o tendrá que ser de forma clandestina. Es la pregunta que todos nos hacemos.

En China ya han logrado clonar primates no humanos; “el protocolo de clonación de un humano probablemente sea muy similar al de un primate. Es muy probable que técnicamente se pueda hacer un clon humano”, plantea Vichera.

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Fuente: CNN en Español, Infobae, Agro TV, TVP.