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Ictus: detección mediante un análisis de sangre.

Un nuevo estudio puede determinar la probabilidad real de sufrir un accidente cerebrovascular a lo largo de la vida.

Ictus: detección mediante un análisis de sangre.
Imagen ilustrativa.

Los médicos pueden identificar el verdadero riesgo de que una persona sufra un accidente cerebrovascular durante su vida con una simple muestra de sangre. Un estudio reciente de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) en Estados Unidos lo confirma en su publicación en la revista Stroke. Este grupo de científicos ha logrado medir las concentraciones de una red de moléculas inflamatorias en la sangre que indican la probabilidad de que una persona sufra un ictus.

Pueden identificar con precisión la enfermedad de los vasos sanguíneos pequeños en el cerebro, que es el precursor del accidente cerebrovascular. Este trastorno de los microvasos cerebrales provoca hiperintensidades de la sustancia blanca, otros pequeños infartos subcorticales y un deterioro cognitivo significativo, especialmente en las personas mayores.

El autor principal del estudio recuerda que el uso de una combinación de imágenes como una resonancia magnética, antecedentes familiares, variables demográficas y otras evaluaciones de factores de riesgo ha sido la única forma de determinar el riesgo de una persona de desarrollar una enfermedad vascular cerebral. Este novedoso estudio permite a los médicos evaluar cuantitativamente el riesgo de una persona de desarrollar una enfermedad cerebral de vasos pequeños y un accidente cerebrovascular en el futuro.

El doctor Jason Hinman de la UCLA señala que, de la misma manera que una prueba de colesterol para evaluar el riesgo de sufrir un ataque cardíaco en el futuro, no tenemos algo así para estimar el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular en el futuro.

“Creo que podemos hacerlo con algo tan simple como un análisis de sangre, que, en teoría, puede permitir un acceso más amplio al mejor nivel de atención y no encerrarlo detrás de estudios de imágenes avanzadas y evaluaciones de especialistas”, afirma.

El foco del estudio fue una red de moléculas inflamatorias biológicamente conectadas llamada red de interleucina-18 o IL-18. Esta red consta de proteínas y moléculas de señalización que se utilizan para combatir una variedad de infecciones. De esta manera, las concentraciones de estas moléculas pueden variar en respuesta a otras enfermedades, como la gripe o los trastornos autoinmunes, lo que las hace poco confiables como predictores del riesgo de accidente cerebrovascular a nivel individual.

Los científicos crearon un modelo matemático que calculó las concentraciones de las moléculas de la red IL-18 utilizando muestras de sangre y registros médicos de los participantes voluntarios. De los más de 2200 residentes de Framingham (Massachusetts) que participaron en el estudio de Hinman, aquellos con las calificaciones de riesgo más altas tenían un 84% de probabilidades de sufrir un derrame cerebral durante su vida. En general, en comparación con las herramientas de evaluación de riesgos actuales, las evaluaciones de riesgo elevadas se asociaron con un aumento del 51% en el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular y dieron como resultado una predicción diagnóstica.

Los datos sobre el ictus en España.

En España, un ictus ocurre cada seis minutos. El accidente cerebrovascular es la primera causa de muerte en nuestro país para las mujeres y la segunda para los hombres, según los datos del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (GEECV-SEN). Cada año se registran 120.000 nuevos casos de ictus, entre los que se registran 40.000 muertes. La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que el 25 % de los ciudadanos españoles experimentará un ictus en algún momento de su vida.

¿Qué es el ictus?

La enfermedad que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro se conoce como ictus. También se conoce como un accidente cerebrovascular (ACV). Ocurre cuando el flujo sanguíneo a un área del cerebro se interrumpe debido a una hemorragia o un coágulo sanguíneo (más del 80% de los casos se denominan ictus isquémicos). Esta ruptura o bloqueo impide que esa parte del cerebro reciba oxígeno, glucosa y otros nutrientes que necesita. Como resultado, las células nerviosas de esa área no pueden funcionar correctamente y mueren en unos minutos.

Como resultado, se considera una situación de urgencia médica que siempre requiere una intervención médica inmediata. La probabilidad de supervivencia o disminución de las secuelas aumenta con el tiempo que pasa desde el inicio de los síntomas hasta el inicio del tratamiento.

Causantes.

Muchos de los factores de riesgo no se pueden controlar, como la edad, la historia clínica familiar, la raza o el sexo. Sin embargo, la mayoría de los factores de riesgo pueden cambiarse, tratarse o modificarse.

Edad avanzada: aumenta el riesgo de sufrir un ictus cada década después de los 55 años. Sin embargo, esto no implica que los jóvenes no experimenten el problema.

Sexo: los ictus ocurren en la misma cantidad en ambos sexos. Sin embargo, más del 50% de las víctimas son de mujeres.

Herencia familiar: si alguien en la familia ha sufrido un ictus, el riesgo es mayor. Los negros tienen más riesgo de muerte y discapacidades que los blancos, en parte debido a que la presión sanguínea elevada es más común en esta raza y es un factor de riesgo importante para los ictus.

Había experimentado un ictus recientemente: cuando uno experimenta un accidente cerebrovascular, la probabilidad de sufrir otro aumenta significativamente.

Presión sanguínea elevada: el factor de riesgo que mejor predice el ictus es la hipertensión arterial. En realidad, este es el responsable de otros peligros. La hipertensión es responsable de aproximadamente el 70% de los ictus. Muchos científicos creen que la mejora en los tratamientos de esta enfermedad es una parte importante de la disminución rápida del número de muertes por ictus.

Fumar: según estudios recientes, fumar cigarrillos es un factor importante de riesgo. La nicotina y el monóxido de carbono tienen múltiples efectos negativos en el sistema cardiovascular. El uso de anticonceptivos orales y el tabaquismo aumentan significativamente el riesgo de ictus.

Tener diabetes mellitus: la diabetes es un factor de riesgo independiente y está en gran medida relacionada con la hipertensión. La diabetes aumenta el riesgo de ictus, aunque se puede tratar. Los diabéticos también suelen tener colesterol alto y sobrepeso, lo que aumenta su riesgo.

Tener una enfermedad en la arteria carótida: las arterias carótidas del cuello llevan sangre al corazón. La aterosclerosis puede bloquear un vaso y causar un coágulo de sangre, lo que puede causar un ictus. El médico diagnostica el problema al escuchar con un estetoscopio en el cuello y detectando un sonido anormal.

Presentar enfermedad cardíaca: un corazón enfermo aumenta el riesgo de ictus. En realidad, las personas con problemas cardíacos tienen el doble de probabilidades de desarrollar este problema. En particular, la fibrilación auricular, que es el latido rápido y desordenado de las cámaras cardíacas superiores, aumenta el riesgo de ictus. El ataque al corazón es una de las causas más frecuentes de muerte en los supervivientes de un ictus.

Sufrir ataques isquémicos transitorios: se denominan mini ictus y causan síntomas similares, pero no daños permanentes.

El número de glóbulos rojos es alto: un aumento moderado o significativo de los glóbulos rojos también puede indicar un ictus. Los glóbulos rojos hacen que la sangre se espese, lo que puede causar

La temporada y el clima: las muertes por ictus ocurren con mayor frecuencia en climas extremadamente fríos o cálidos.

Consumir demasiado alcohol: consumir demasiado alcohol puede aumentar la presión sanguínea, aumentar los triglicéridos, la obesidad, el cáncer y otras enfermedades, así como causar fallos cardíacos e ictus.

Consumo de drogas específicas: el consumo de drogas por vía intravenosa aumenta el riesgo de sufrir un ictus debido a un émbolo cerebral. El consumo de cocaína también está fuertemente relacionado con ictus, ataques cardíacos y otras complicaciones cardiovasculares. Incluso cuando se ha consumido por primera vez cocaína, se han presentado estos problemas.

Señales.

Los ictus suelen comenzar de manera repentina y rápida y causar daño cerebral en minutos. Con menos frecuencia, un ictus puede empeorar a lo largo de horas, incluso durante uno o dos días, a medida que se necrosan áreas cada vez mayores de tejido cerebral. En general, esta progresión se detiene, aunque no siempre, dando paso a períodos de estabilidad en los que el tejido necrosado deja de crecer de forma transitoria o se observa cierta mejoría.

Muchos síntomas pueden manifestarse dependiendo del área del cerebro afectada:

Repentina fatiga o debilidad en la cara, el brazo o una pierna, especialmente en uno de los lados.
Confusión, dificultad para hablar o comprender.

Continuos problemas para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o coordinación.
Problemas repentinos con uno o ambos ojos.
Dolor de cabeza repentino sin causa conocida
La parte derecha del cuerpo (y la izquierda de la cara) puede verse afectada por un ictus .

cuando afecta la región izquierda del cerebro:
Parálisis en el lado derecho del cuerpo.
Problemas con el habla o la lengua.
Comportamiento cauto y lento.
Perder la memoria.

En cambio, si la región derecha del cerebro está afectada, los problemas se presentarán en la región izquierda del cuerpo:
La parálisis se presenta en el lado izquierdo del cuerpo.
Problemas visuales.
Comportamiento curioso y rápido.
Perder la memoria.

Fuentes:

Tops Doctors España, Mundo, Cuidate Plus, Fisioterapia a tu alcance, CinfaSalud.