Gambito de dama: la serie que convirtió el ajedrez en un fenómeno mundial
Del libro a la pantalla, Gambito de dama revolucionó la forma de ver al ajedrez. Descubrí las curiosidades y diferencias entre libro y serie.

Una reina en ascenso:
Gambito de dama (The Queen’s Gambit) fue uno de los fenómenos televisivos más inesperados de 2020. La miniserie de Netflix, creada por Scott Frank y Allan Scott, está basada en la novela homónima de Walter Tevis publicada en 1983. Narra la vida de Beth Harmon, una huérfana prodigio del ajedrez que asciende meteóricamente en el mundo dominado por hombres.
Con una estética impecable, actuaciones memorables y una narrativa envolvente, la serie cautivó a millones… y revivió el interés global por el ajedrez.

Libro vs. Serie: diferencias en el tablero
Aunque la serie es una adaptación bastante fiel, hay detalles que varían entre la novela y la producción audiovisual. En el libro, Beth Harmon es un personaje más introspectivo y solitario, y su adicción a los tranquilizantes y el alcohol tiene un tono más oscuro y constante. En cambio, la serie suaviza algunos aspectos para hacerlo más digerible para el público, sin perder profundidad emocional.
Un ejemplo claro es el personaje de Jolene. En la serie, su papel tiene un arco más significativo, sobre todo en los capítulos finales, donde regresa para apoyar a Beth emocional y financieramente. En la novela, Jolene no vuelve a aparecer tras su paso por el orfanato. Esta modificación enriquece el mensaje feminista de la serie, reforzando el valor de la sororidad.
También hay diferencias en la estructura narrativa. Mientras que el libro es más lineal, la serie juega con los tiempos y crea momentos visuales icónicos —como las partidas proyectadas en el techo— que no aparecen en el texto original, pero ayudan a traducir el mundo interior de Beth a un lenguaje cinematográfico.
Esta series nos mantuvo al borde de la silla con cada partida, con cada movimiento de piezas, con cada jugada. Era casi como si un juego tan estático cobrara vida a través de sus piezas, volviendo cada torneo un nuevo desafío, dotándolo de un dinamismo único y, por qué no, causando hasta un efecto de adrenalina y expectación de qué va a suceder después. El libro, en cambio, no puede traspasar sus páginas, por ende, debías imaginarte las partidas de la mejor manera en tu cabeza. Es un libro de nicho, si no sabés tanto sobre el ajedrez, te perdés en sus tecnicismos.

Jugadas maestras en pantalla
Este es uno de los detalles más significativos de la serie. Uno de los grandes logros de Gambito de dama fue su representación verosímil del ajedrez, como mencioné anteriormente. Para lograrlo, la producción contó con la asesoría del gran maestro Garry Kasparov y del entrenador Bruce Pandolfini, quien también colaboró con Walter Tevis en la novela. Las partidas que se muestran no son aleatorias: están basadas en encuentros reales, algunas históricas, otras adaptadas, y todas tienen sentido desde un punto de vista técnico.
Por ejemplo, la partida final entre Beth y el ruso Vasily Borgov está inspirada en una jugada real entre Ivanchuk y Wolff de 1993. La serie toma prestado el dramatismo del ajedrez profesional, mostrando cómo una combinación bien pensada puede convertirse en una obra de arte.
El famoso “gambito de dama” (Queen’s Gambit) es una apertura clásica que Beth no usa en todas sus partidas, pero da nombre a la historia como metáfora de su lucha y sacrificio. También hay guiños a partidas de Bobby Fischer, quien fue una fuente de inspiración para el personaje de Beth. De hecho, Tevis escribió su novela cuando el mundo aún estaba fascinado por Fischer, el niño prodigio estadounidense que se enfrentó al dominio soviético en los tableros.

Curiosidades detrás de la serie que llamaron mi atención:
La moda como narrativa: El vestuario de Beth evoluciona con su crecimiento personal. Al principio, viste colores apagados, pero a medida que gana confianza y éxito, su ropa se vuelve más elegante y sofisticada, hasta alcanzar un estilo que fusiona la estética de los 60 con sutiles referencias al ajedrez (como cuadros y patrones en blanco y negro).
Ajedrez en auge: Tras el estreno de la serie, las búsquedas de “cómo jugar ajedrez” se dispararon en Google. Chess.com reportó millones de nuevos usuarios, y las ventas de tableros aumentaron considerablemente. El efecto cultural fue tan fuerte que muchos llaman a este fenómeno “el boom Beth Harmon”.
Actuación meticulosa: Anya Taylor-Joy, quien interpreta a Beth, aprendió a memorizar jugadas reales para filmar las escenas con precisión. Su lenguaje corporal y concentración en cada movimiento ayudan a transmitir la intensidad emocional del ajedrez, algo difícil de lograr en pantalla sin aburrir.
Una historia sin romance cliché: Aunque hay ciertos intereses amorosos, la serie evita caer en la necesidad de definir a su protagonista a través de una relación romántica. Su historia es de autodescubrimiento, inteligencia, lucha y redención.
Beth Harmon: una reina sin corona
En un mundo que históricamente ha sido masculino, Beth Harmon se convierte en una figura poderosa y compleja. Su inteligencia es su arma, pero también su carga. La serie muestra cómo el genio puede estar acompañado por una profunda soledad, adicciones y dudas. Y, sin embargo, también muestra que hay redención, amistad y posibilidad de control.

Tanto el libro como la serie exploran este arco de manera magistral, pero la adaptación de Netflix logra hacerlo visualmente poético y accesible a una audiencia más amplia. El ajedrez, ese juego que muchos consideran impenetrable, se convierte en una metáfora del orden, el caos y el arte de tomar decisiones.
Gambito de dama no solo es una historia sobre ajedrez. Es una historia sobre crecer, caer, levantarse, y aprender a jugar la partida de la vida con inteligencia y estilo. Ya sea en sus páginas o en la pantalla, Beth Harmon se consolida como uno de los personajes femeninos más fascinantes de la ficción contemporánea.