¡Tu navegador no tiene JavaScript! habilitado. or favor habilítalo para tener una mejor experiencia con PipolNews

Frankenstein: reseña de la nueva versión de Guillermo del Toro y el clásico

Un análisis comparativo entre la novela de 1818 y la versión del director mexicano Guillermo del Toro, explorando temas, estéticas y decisiones narrativas.

Frankenstein: reseña de la nueva versión de Guillermo del Toro y el clásico

El estreno de Frankenstein (2025) de Guillermo del Toro en Netflix reabrió una conversación literaria y cinematográfica que lleva más de dos siglos: ¿cómo volver a contar una de las historias más influyentes de la literatura sin traicionar su espíritu, pero aportando algo verdaderamente nuevo?

La película del mexicano no solo adapta la obra de Mary Shelley: la interpreta, la deconstruye y la vuelve a ensamblar con su sensibilidad poética y su amor por los monstruos. A continuación, un análisis comparativo entre la novela de 1818 y la versión del director mexicano Guillermo del Toro, explorando temas, estéticas y decisiones narrativas.

El origen literario: Shelley y el monstruo de la modernidad

Cuando Mary Shelley escribió Frankenstein o el moderno Prometeo, en pleno auge del romanticismo, creó algo más que una historia de terror. Su novela es un cuestionamiento profundo al avance científico sin ética, a la arrogancia humana, a la soledad como condena y a la fragilidad de los vínculos.

Víctor Frankenstein, un joven científico obsesionado con la idea de crear vida, logra animar a su criatura a través de métodos no revelados. Pero su triunfo es también su caída: incapaz de soportar la apariencia del ser que él mismo fabricó, lo abandona. Ese abandono es el origen de toda tragedia posterior.

En la novela, la criatura aprende a hablar, a leer, a sentir. No es un monstruo en esencia: es un ser vulnerable, extremadamente sensible, que sufre el rechazo social y el peso de no pertenecer a ningún mundo. Su violencia surge de la desesperación, del aislamiento y de la necesidad frustrada de afecto.

Shelley, a través de cartas y relatos encadenados, construye una estructura múltiple de voces que reflexionan sobre el acto de crear y sobre lo que significa ser humano. Este juego de espejos narrativos es uno de los grandes aportes literarios que la película de Del Toro intenta reinterpretar.

Frankenstein: reseña de la nueva versión de Guillermo del Toro y el clásico

La criatura según Guillermo del Toro: un corazón herido en primer plano

Guillermo del Toro es conocido por su fascinación por los monstruos como metáforas de lo humano. En Frankenstein (2025), esa premisa alcanza quizá su punto más emocional.

Su criatura, interpretada con sutileza y profundidad por Jacob Elorid, no es solo un cuerpo cosido, sino una presencia cargada de tristeza, inocencia y furia contenida. Del Toro la concibe como un ser que mira el mundo con asombro, que desea amar y ser amado, y cuya violencia es más una reacción defensiva que un impulso destructivo.

La película está estructurada en tres partes: un preludio helado, el relato de Víctor (interpretado por Oscar Isaac) y, finalmente, la historia de la criatura. Esta división es un homenaje directo a la estructura fragmentada del libro, pero llevada al lenguaje cinematográfico con un ritmo propio.

Del Toro potencia la emocionalidad: aquello que Shelley narra con introspección y reflexión, él lo lleva al gesto, a la mirada, a la presencia física del monstruo. Si en la novela la mente de la criatura es lo más humano, en la película es su vulnerabilidad la que conmueve.

Víctor Frankenstein: del científico ambicioso al padre fallido

Una de las diferencias más significativas entre el texto y el film es la relación entre Víctor y su creación.

En la novela, Víctor es casi una figura trágica clásica: alguien que se deja llevar por la soberbia científica para luego descubrir el peso moral de sus actos. El vínculo con la criatura es distante, casi abstracto; Víctor huye constantemente de su responsabilidad, persiguiendo al monstruo solo cuando el daño ya está hecho.

Del Toro decide abordar esta relación desde una dimensión más íntima, casi paternal. Su Víctor no solo teme a su creación: también le teme a sí mismo, a su incapacidad para hacerse cargo de lo que produjo. La relación se vuelve un eje emocional, cargado de culpa, abandono y un deseo frustrado de reparación.

Este enfoque abre una lectura contemporánea sobre la figura del creador: no es solo un científico irresponsable, sino un hombre que evita enfrentar las consecuencias de su propio trauma emocional. Del Toro, fiel a su estilo, convierte la ciencia en un lenguaje afectivo y, por lo tanto, en un espacio de dolor.

Frankenstein: reseña de la nueva versión de Guillermo del Toro y el clásico

Violencia, soledad y deseo de pertenencia: puntos en común

A pesar de las diferencias, novela y película comparten un núcleo temático muy poderoso.

Ambas versiones retratan la soledad como una fuerza devastadora. La criatura, en todas las interpretaciones, es un ser que no nació para sufrir, pero que aprende el horror a través del rechazo constante.

Del Toro, sin embargo, suaviza algunos aspectos de la violencia que Shelley expone con crudeza. En la novela, los asesinatos cometidos por la criatura tienen un tono más vengativo y deliberado; en la película, la violencia se siente más como un grito de supervivencia.

Esta decisión modifica ligeramente la lectura ética: la criatura del film es más víctima que victimario, más niño herido que monstruo trágico.

Frankenstein: reseña de la nueva versión de Guillermo del Toro y el clásico

La estética gótica: Shelley escribe tormentas, Del Toro las filma

Otro punto clave de comparación es la estética.

Shelley escribe desde el romanticismo: montañas nevadas, tormentas eléctricas, paisajes desolados que reflejan el estado emocional de los personajes. Su novela es casi una pintura en palabras.

Del Toro lleva ese espíritu al extremo visual: laboratorios barrocos, sombras densas, texturas húmedas, luces de velas, cuerpos que parecen esculturas renacentistas en estado de descomposición.

Cada cuadro parece una ilustración gótica hecha para un museo. Lo que en la novela se sugiere a través de la emoción, en la película se manifiesta a través del diseño de producción.

Un Frankenstein para el siglo XXI

Lo que Guillermo del Toro aporta al mito es una mirada profundamente humana.
Su película entiende a Frankenstein no solo como una advertencia científica, sino como una reflexión sobre la paternidad, la responsabilidad emocional y la necesidad universal de pertenecer a algún lugar.

Shelley escribió sobre los límites de la razón; Del Toro filma sobre los límites del corazón.

Ambas obras se encuentran en un punto en común: la certeza de que lo monstruoso no nace, sino que se fabrica. A veces con ciencia, a veces con miedo, a veces con abandono.

Conclusión

La comparación entre la novela de Mary Shelley y la versión cinematográfica de Guillermo del Toro revela un diálogo íntimo entre dos sensibilidades separadas por doscientos años, uniendo el pensamiento gótico del siglo XIX con la sensibilidad emocional del cine contemporáneo.

El resultado es un Frankenstein nuevo, pero fiel al espíritu original: una historia que no solo asusta, sino que conmueve y cuestiona.