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Fantasma de los Andes.

Divisan un ejemplar de gato andino en Neuquén.

Fantasma de los Andes.

La especie vive en las zonas elevadas de los Andes y en las zonas elevadas de la estepa patagónica de Argentina.

En Loncopué, provincia de Neuquén, se encontró un ejemplar de gato andino en peligro de extinción en la región de los Riscos Bayos. La WCS Argentina, una organización ambientalista, confirmó la información.

Se utilizó un sistema de vigilancia con "cámaras trampa", que consiste en instalar cámaras con sensores de movimiento en los lugares donde se cree que habita y transita la especie, para detectar el trayecto nocturno de un gato andino solitario.

La caza en represalia por evitar la depredación de ganado es una de las causas más importantes de la muerte del gato andino, que es una de los felinos más amenazados del mundo. Se estima que solo hay alrededor de 1.500 ejemplares en toda su área de distribución.

"Luego de varios años de trabajo para lograr su registro, que había sido señalado por un productor local, constatamos la presencia de esta especie que, dado su estado de amenaza, cuenta con pocos individuos en todo su rango de distribución", señaló María José Bolgeri, gerente de Manejo Regenerativo de WCS Argentina.

"Todo nuevo dato relevado es importante, dando esperanzas y aumentando el compromiso para su conservación a largo plazo", agregó.

Resultado positivo.

Habita en las tierras altas de los Andes y en elevaciones de la estepa patagónica argentina, el gato andino es una especie en peligro de extinción.

Al ser el primer registro confirmado en la región oeste de Neuquén, también se extiende su distribución geográfica en la Patagonia Argentina, este hallazgo resulta muy importante para la investigación científica y la conservación de la especie.

Actualmente, se estima que la presencia del gato andino en la Patagonia comienza en Malargüe, situado al sur de la provincia de Mendoza, y se extiende hacia Chihuidos, el lugar más austral de la especie, y hacia el oeste hasta Loncopué, en la provincia de Neuquén.

En segundo lugar, la organización señaló que la comunidad de gatos andinos patagónicos se encuentra geográficamente aislada del resto de las poblaciones de la especie, las cuales se encuentran en zonas andinas y de puna en Perú, Bolivia, Chile y Argentina, lo que podría indicar una identidad genética distinta.

“El conocimiento de la diversidad genética de una especie, así como su distribución geográfica, es fundamental para diseñar estrategias de preservación”, expresó.

Leopardus jacobita.

El gato andino, también conocido como titi (del aimara), chinchay, osjo (del quechua Ushqu), gato lince o gato sagrado del Valle de Elqui, es un mamífero carnívoro de la familia Felidae. Es uno de los felinos más desconocidos y, al mismo tiempo, la especie más amenazada del continente americano.

Es una especie autóctona de América del Sur y su presencia se limita a las zonas montañosas de los Andes; al centro y sur de Perú y al norte de Bolivia, Chile y Argentina, aunque algunos casos se han registrado más al sur.

Según las mediciones de la piel, los adultos tienen una longitud total de 74 a 85 cm, una cola de 41 a 48,5 cm y una altura de 35 cm desde los hombros. Tiene un peso de 4 a 7 kg y tiene un cabello largo, especialmente en el dorso, con manchas variadas de color café o rojizo (fajas, estrías, puntos) sobre un fondo grisáceo o plomizo. En ocasiones, puede adquirir un aspecto atigrado con fajas verticales paralelas que bajan del dorso hacia los flancos.

Las patas, las mejillas, los labios y la zona periocular tienen puntos negros salpicados en la punta de la cola, que tiene siete a nueve anillos oscuros y la punta blanca, como la parte ventral. Las patas son robustas, manchadas de negro y de color café, y las orejas son grandes y ligeramente redondas. Debido a la caza furtiva y la destrucción de su hábitat por parte del hombre, esta especie está en peligro de extinción. El Leopardus colocolo es la especie más cercana.

Peligro de extinción.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) los incluyó en su lista roja de animales en peligro de extinción.

Las principales amenazas para la conservación de este elusivo felino en la región son la cacería por parte de los pobladores quienes los confunden con zorros o pumas que amenazan su ganado; perros sin control, y el desarrollo de actividades de industrias extractivas que no incluyen a la especie en sus estudios de impacto ambiental.

En la actualidad, la mayor amenaza que afronta este animal es la pérdida de su hábitat ocasionada por las industrias extractivas como la minería. Las canteras y el fracking (o fracturación hidráulica) consumen cantidades masivas de agua.

Otra hipótesis de su conservación es que sus poblaciones tienen una baja diversidad genética, aseguran.

Hábitat.

Habita en estepas y áreas rocosas, así como en zonas de vegetación no muy alta ni espesa. Se registra una altitud de entre 3000 y 5000 metros sobre el nivel del mar, posiblemente superior a la línea de árboles, aunque su altitud disminuye a medida que aumenta la latitud, llegando a habitar por debajo de los 2000 metros sobre el nivel del mar en la provincia argentina de Mendoza.

En la región más austral de Argentina, se ha observado la presencia de la especie en la reserva privada Villavicencio, y se valora la propuesta de agregar el ambiente de Paramillos de Uspallata como nueva reserva, ya que es una zona muy probable de presencia del gato andino entre los 2500 y 3000 metros sobre el nivel del mar.

La zona de distribución conocida de esta especie en la región occidental de Los Andes, en Chile, se encontraba históricamente mucho más al norte que en Argentina, en el límite austral. Sin embargo, a pesar de la conducta esquiva de Leopardus jacobita y la dificultad de observarlo, los registros recientes y el uso de cámaras trampa han confirmado la presencia de esta especie cada vez más al sur.

Esto da credibilidad al testimonio aislado del naturalista Rodolfo Amando Philippi, quien en 1891 señaló haber observado un felino con una descripción que coincidía con la de Leopardus jacobita en la pre cordillera de La Dehesa, en las inmediaciones de Santiago de Chile.

En 2015, una publicación afirma que hasta ese momento, los registros más australes se encontraban en el norte de San Pedro de Atacama, cerca de las Termas de Puritana, Región de Antofagasta; sin embargo, indica que se agregaron nuevos registros mucho más al sur, en Caserones, Región de Atacama, y ​​en el interior de Los Vilos, Región de Coquimbo.

Los valles habitados por humanos actúan como barreras, fragmentando la población, lo que significa que aún bajos niveles de caza furtiva pueden ser devastadores, a pesar de que solo vive en la alta montaña. Tradicionalmente, su piel ha sido atractiva para los cazadores locales, y debido a las creencias locales, es común asesinado en Chile y Bolivia.

Dado que tolera la cercanía de observadores sin mostrar mayor temor, muestra un comportamiento tranquilo y, aparentemente, no se siente perturbado por la presencia humana. Probablemente porque es un competidor trófico, reacciona agresivamente frente al zorro chilla, erizando los pelos del lomo.
Se alimenta de aves acuáticas, terrestres, huevos y reptiles, así como de roedores de pequeño y mediano tamaño de los géneros Abrothrix, Chinchilla, Lagidium, Ctenomys y Phyllotis.

En 2004, los científicos lograron colocar un collar de radio en uno de estos animales para monitorear sus movimientos. Se cree que matar a un gato andino trae mala suerte en los Andes. Sin embargo, el pelaje del gato se considera valioso si se encuentra o se hereda, y los cueros rellenos se utilizan en ceremonias y fiestas tradicionales.

En la Reserva Natural Villavicencio, en enero de 2020, se utilizaron cámaras trampa por parte de la ONG Alianza Gato Andino, la Fundación Villavicencio y la Secretaría de Ambiente argentina, a través de la Dirección de Recursos Naturales, para detectar dos ejemplares de gatos andinos, en 2008, se encontró el ejemplar más reciente en las cercanías.​

En el año 2023, la Alianza Gato Andino registró la presencia de este felino en el Parque Nacional Tunari en Cochabamba, Bolivia.

El gato andino: figura mitológica.

El Gato Andino fue figura importante en las culturas prehispánicas. Petroglifos, vasijas y elementos rituales muestran a un felino moteado dotado de una larga y gruesa cola anillada.

Pero también aparece en narraciones como mitos que hacen referencia al Qhoa, también conocido como titi, tite, oscollo, la Quechua y la Aymara.

El mito habla sobre un felino volador capaz de traer las lluvias al altiplano (Kauffmann, 1991).

Para la gente era sagrado, el gato andino era considerado cuidador de los cerros de la alta montaña.

También se lo reconoce por su relación estrecha con las lluvias, encarnando la unión de las fuerzas necesarias para la continuidad y generación de la vida.

Titi es mensajero de los apus o achachilas, intermediarios entre el ser humano y las divinidades, encargados fundamentalmente de la fertilidad, ya sea del ganado o de la chacra y, contemporáneamente, del dinero.

Este mismo felino es el que se encuentra entre las figuras dibujadas en el altar mayor en el templo de Coricancha en Cuzco, representación considerada la síntesis de la cosmovisión andina (Giraldo-Jaramillo, 2015).

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Fuente:

26 Planeta, Agencia SINC Ciencia, National Geographic, AnimalDocu.