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El tarot: origen, propósito y sabiduría ancestral

El tarot es un sistema simbólico milenario que ha despertado la curiosidad y la fascinación de generaciones enteras.

El tarot: origen, propósito y sabiduría ancestral

¿Qué es el tarot?

El tarot es un sistema simbólico milenario que ha despertado la curiosidad y la fascinación de generaciones enteras. Compuesto por 78 cartas (22 Arcanos Mayores y 56 Arcanos Menores), cada lámina representa una imagen cargada de significados profundos, arquetípicos y emocionales. Aunque muchas veces se asocia al tarot únicamente con la adivinación, su propósito va mucho más allá: es una herramienta de autoconocimiento, exploración espiritual y reflexión.

Las cartas no “adivinan” el futuro como si fueran una sentencia. Más bien, reflejan el presente, visibilizan posibilidades y conectan con la intuición, esa voz interna que muchas veces dejamos de escuchar por el ruido del mundo.

El tarot abre una conversación con uno mismo y con lo invisible.

¿Para qué sirve el tarot?

1. Autoconocimiento y exploración emocional:

El tarot puede entenderse como un espejo del alma. A través de sus símbolos y relatos visuales, permite identificar emociones que estaban ocultas, bloqueos energéticos o patrones de conducta que se repiten en nuestra vida. Al consultar el tarot, muchas personas descubren aspectos de sí mismas que no habían podido ver con claridad. En este sentido, funciona como una herramienta para poner conciencia, tomar distancia de lo que nos confunde y volver a nosotros con mayor claridad.

Por ejemplo, una lectura puede revelar que detrás de una relación conflictiva hay una necesidad no resuelta de afecto o una herida del pasado. También puede mostrar que una oportunidad que parece prometedora en realidad está alimentada por el miedo y no por el deseo auténtico.

El tarot: origen, propósito y sabiduría ancestral

2. Guía en la toma de decisiones:

Aunque el tarot no reemplaza la voluntad ni el libre albedrío, sí puede ser una guía poderosa para tomar decisiones más conscientes. Las cartas no dicen qué hacer, pero muestran los posibles caminos, sus ventajas, sus riesgos y las energías involucradas. Es como encender una linterna en medio de la niebla: no despeja el camino por completo, pero ayuda a ver un poco más allá de lo inmediato.Al interpretar las cartas, se activa también la intuición del consultante. Muchas veces, la respuesta ya está en el interior de la persona, pero necesita ser visibilizada, reconocida. El tarot hace eso: pone en palabras (o imágenes) aquello que ya sabemos, pero tememos aceptar.

3. Herramienta terapéutica y espiritual:

Cada vez más terapeutas, psicólogos y facilitadores de procesos personales integran el tarot en sus sesiones. Usado con conciencia, el tarot funciona como una herramienta proyectiva: permite que la persona vea en las cartas lo que necesita comprender de sí misma. Es un puente entre el mundo simbólico y el mundo emocional.

Además, el tarot puede acompañar procesos de duelo, transformación, cierre de ciclos o despertar espiritual. En momentos de crisis, cuando no sabemos por dónde seguir, el tarot puede ofrecer contención, palabras, imágenes y nuevas formas de mirar la realidad.

El tarot: origen, propósito y sabiduría ancestral

4. Práctica de conexión y ritual:

Muchas personas integran el tarot en su vida diaria como parte de una práctica espiritual o ritual. Extraer una carta del día, meditar con un Arcano Mayor o usar las cartas como disparador creativo son formas de vincularse con el tarot sin necesidad de hacer una lectura completa.

En este sentido, el tarot también puede ser una herramienta de journaling (escritura reflexiva), de trabajo con los sueños o de creación artística. Las imágenes arquetípicas tocan fibras profundas del inconsciente y abren la puerta a múltiples lecturas personales.

¿De dónde viene el tarot? Breve historia

El origen exacto del tarot es un misterio que ha generado muchas teorías. Históricamente, los primeros registros documentados datan del siglo XV en Italia, donde se usaban como juegos de cartas llamados tarocchi. Eran mazos ilustrados, a menudo encargados por familias nobles, que combinaban elementos lúdicos con significados simbólicos. No fue hasta el siglo XVIII que el tarot comenzó a vincularse con lo esotérico. Pensadores como Antoine Court de Gébelin propusieron que el tarot tenía raíces egipcias y contenía sabiduría antigua, aunque esto no está probado históricamente. Más tarde, ocultistas como Eliphas Lévi y Papus integraron el tarot en sistemas como la Cábala, la astrología y la alquimia, dándole un enfoque espiritual y mágico.

En el siglo XX, figuras como Arthur Edward Waite y Pamela Colman Smith crearon el célebre Tarot Rider-Waite-Smith, el mazo más difundido en el mundo occidental. Posteriormente, Aleister Crowley desarrolló el Tarot de Thoth, cargado de simbolismo esotérico profundo. Estos mazos marcaron una nueva etapa en la historia del tarot, donde el foco se puso en el estudio, la interpretación simbólica y el desarrollo personal.

El tarot: origen, propósito y sabiduría ancestral

¿Cualquiera puede leer el tarot?

Sí. No es necesario tener “dones especiales” ni ser vidente para aprender a leer el tarot. Lo que se necesita es sensibilidad, estudio, práctica y, sobre todo, respeto. Aprender tarot implica familiarizarse con los significados de las cartas, pero también con la lectura intuitiva, la empatía y la ética del acompañamiento.

Cada lector de tarot tiene un estilo único: algunos se enfocan más en lo psicológico, otros en lo espiritual, otros en lo predictivo. Lo importante es entender que el tarot no se trata de tener el control sobre el futuro, sino de acompañar procesos, abrir preguntas y ofrecer claridad.

Una herramienta viva y transformadora

El tarot no es una respuesta definitiva, sino una invitación a mirar más allá. Nos conecta con la parte más intuitiva y profunda de nosotros mismos, nos ayuda a comprender procesos internos y a encontrar sentido en lo que vivimos. Es un lenguaje simbólico, un espejo, un oráculo, una guía.

En tiempos de incertidumbre, cuando el ruido externo es demasiado y las certezas escasean, el tarot puede ser un faro que nos devuelva al centro. Leer las cartas es leer la vida desde otra perspectiva. Y, en ese gesto, puede nacer una transformación.