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Crucero Fatal.

Se encienden las alarmas debido a repetidos accidentes.

Equipo PipolNews

3 de dic. de 2022 5 min de lectura

Imagen ilustrativa.

Las consecuentes tragedias en el mar no se detienen y ponen de manifiesto la preocupación del sector, imprevisión, falta de seguridad y material en condiciones deplorables son objeto de análisis e investigación.

Un crucero con destino a Ushuaia sufrió un accidente, donde una mujer falleció, otra sufrió múltiples fracturas y un pasajero cayó al agua.

En los últimos días por causas que se tratan de establecer un bote semirrígido perteneciente al buque de pasajeros de Word Explorer, dio vuelta en campana en proximidades al continente blanco mientras se llevaba a cabo una expedición, ocasionando el fallecimiento inmediato de dos tripulantes estadounidenses de 76 y 80 años.

El pasado 28 de noviembre una embarcación similar, más precisamente el crucero noruego Viking Polaris y en iguales circunstancias, sufre una avería que la deja sin propulsión, lo que origina que por acción de la marea la pasajera Nancy Creech (78) sea eyectada a casi dos metros de altura, cayendo por consecuencia al piso de la embarcación, causándole múltiples fracturas.

En el mismo accidente también se registra la caída al agua de otro pasajero, siendo inmediatamente rescatado por la tripulación con signos inminentes de hipotermia. En su posterior declaración ante Prefectura Naval Argentina la Capitán del buque atribuyó el accidente a fallas en el material semirrígido utilizado para el tour marino.

Pero la saga, no termina allí, sino que el 29 de noviembre, mientras emprendía viaje de regreso al puerto de Ushuaia para evacuar las víctimas, es afectado por un fuerte temporal con vientos que rondaban los 82 nudos (150 Km/h) provocando olas de considerable longitud e inestabilidad. Al impactar una ola produce la rotura de varios paneles vidriados de su banda de babor con el lamentable desenlace de la muerte de una pasajera estadounidense Sheri Zhu de 60 años.
Las dimensiones de los daños también causaron heridas de distinta gravedad en algunos pasajeros.

Prefectura Naval Argentina y el Juzgado Federal de primera instancia de Ushuaia a cargo del Dr. Federico Calvete, han comenzado una investigación exhaustiva, mientras el buque Viking Polaris se encuentra en la rada del puerto local, siendo sus pasajeros evacuados debidamente.

Existen distintas reocupaciones con respecto a este punto en particular, debido a que el paralelo 60 es el punto geográfico que marca el ingreso a las complicadas aguas antárticas, siendo analizado y debatido a la hora de resaltar la actividad turística.

La Liga Naval Argentina explica que en el año 2017 entra en vigencia el llamado “Código Polar” que regula la capacitación profesional del personal que opera los buques que navegan en aguas polares y las condiciones estructurales que deben poseer las naves para poder navegar en zonas de hielo.

“El principal objetivo del Código Polar, es el de consensuar las normas mínimas de seguridad en cuanto a la formación del personal y de los buques que navegarán en las altas latitudes del Ártico y de la Antártida. Esto incluye desde la construcción de los barcos, equipamiento de comunicaciones, posicionamiento y de abandono en caso de un siniestro, con medios adaptados para bajas temperaturas. El Código Polar concentra más de un siglo de experiencias, en un ambiente que se caracteriza y distingue de otros por una frecuente combinación de vientos fuertes, mares embravecidos, temperaturas bajas, visibilidad reducida, cartografía no siempre precisa y con la presencia de distintas clases de hielos a la deriva”, explica el Presidente de la Academia Contraalmirante, Marcelo Tarapow.

“En el caso específico del Viking Polaris hay que destacar que se trata de un buque inaugurado en 2022. Posee la última tecnología y su casco está certificado para navegación antártica. Esto no quita que algunas cosas no están del todo claras en materia de previsiones de seguridad en este tipo de buques destinados al transporte de turistas no marinos. Estas naves presentan enormes superficies vidriadas que brindan vistas espectaculares del paisaje antártico, ahora no podemos dejar de considerar que, así como una navegación en el mar Caribe suele ser acompañada de buen tiempo y aguas tranquilas, la bravura del mar austral somete a la estructura de la embarcación a esfuerzos de todo tipo y realmente el Código Polar no profundiza en la materia”, agrega Tarapow.

“Los buques de pasaje se rigen por normativas especiales de construcción. Los que tiene responsabilidad en estos casos son las Sociedades de Clasificación sobre el cumplimiento de las reglamentaciones, ya que generalmente son los representantes del Estado cuya bandera enarbola la nave”, expresa un reconocido empresario naviero.

“Para que un marino profesional sea militar o civil tripule una embarcación menor en aguas peligrosas, debe superar una gran cantidad de pruebas físicas. A un turista se lo invita a tripular un semirrígido sin la más mínima instrucción previa y a sabiendas de que muchas veces por el simple hecho de ser personas de edad avanzada cualquier percance los colocará en indudable riesgo de vida”, sostuvo un antártico con experiencia.

Hace varios años, distintas y diversas autoridades con responsabilidad en este sector, viene alertando sobre la peligrosidad de la cada vez mayor actividad turística en el continente blanco. Además de los consecutivos accidentes personales, sobrevuela el irreparable daño ambiental que el único oasis del planeta podría sufrir si un buque de gran porte sufre un accidente y derrama combustible en la zona.

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